lunes, 9 de abril de 2012

Mi vecino el asesino

Parte I

          Después de los 9 recitales de Roger Waters a mi cubículo llega el coletazo y lo único que pido es un ladrillo más para mi pared. Es que sería tal vez la única forma de evitar esos ojos desorbitados y esa voz que no calla. Contra el mundo, contra sus amigos, contra los desconocidos, contra sus compañeros, contra el sistema, contra el desorden... no hay quien pueda salvarse de sus maldiciones!
Teniendo ya tan sistematizado mi ritual matutino (transporte público, ascensor, buenos días, cocina, café, buenos días, computadora, auriculares y que nadie más me hable) no me es fácil incorporar nuevos factores, sobre todo cuando éstos no son bienvenidos
La mudanza al cubículo de al lado de una persona desequilibrada por su puesto no ayuda.


¿Qué es una persona desequilibrada?
Déjenme explicar mejor la situación, no quiero que esto parezca exagerado porque rompería la regla básica de este blog (¿?).
Es una persona que no vive ni deja vivir. Que escucha y ve todo (sí, me está mirando en este preciso instante), que además participa en todo y cuando uno quiere evitar que participe inmediatamente pregunta "qué les pasa? Les molestó algo que hice? dije algo malo? no te gusta que hablemos de eso? " Como todo ser desequilibrado, su voz es fuerte, muy fuerte, pero como todo ser desequilibrado siente que todo el resto de la oficina hace mucho ruido: "el teléfono te sonó cunado no estabas así que corté porque molestaba", "Tipeás muy fuerte, nos querés enloquecer a todos?", "UUFFFFF, que es eso? ese ruidito que parece un PIP, lo escuchan? lo escuchan? lo escuchan? alguien lo escucha?"
Ser una persona desequilibrada implica también tratar muy mal a la gente, o tratarla muy bien, pero jamás ser constante en este comportamiento. Es probable que te invite a almorzar pero lo más seguro es que te monte un escándalo por proponer comer pasta. Y ese escándalo después derive en que le cuente a la gente la "pelea", y (y aquí por fin llegamos) comiencen los llantos.
Sí, las personas desequilibradas lloran mucho en la oficina. Su cubículo se transforma en una especie de santuario donde todos los pecados se salvan llorando. Y cuando la gente no te presta atención porque no quiere involucrare en esto o porque ya sabe que es un mecanismo sin fin, entonces hay que llorar más fuerte, con ruido, con angustia, con pesar y sobre todo repartiendo culpas a la gente.
Quizás en un rapto de desolación alguien intentara acercarse para consolar. NO! La nueva víctima entró en la telaraña. Te va a hablar fuerte, a meterse en tus conversaciones, a increparte porque no le contás que pasó o con quién saliste, a invitarte a comer e indefectiblemente a pelearse.
Y sus vecinos? Bueno, nosotros, los cubículos cercanos, escuchamos todo intentando hacer que no existe. Es simplemente agotador, pero es mejor que entrar al círculo de los gritos, los almuerzos y las peleas. Subimos el volumen de nuestros IPods y pensamos en que en otra oficina más allá de 9 de julio hay otro desequilibrado haciéndole la vida imposible a un simple mono en otra empresa multinacional en la que despedir gente es un pecado, aunque el psicotécnico diga lo contrario.

1 comentario:

  1. 2 post en un mismo día! esto hay que celebrarlo, marche un limoncello!

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