jueves, 30 de diciembre de 2010

Con cara de Empleado del Año

          Último día laboral del año y no me daban muchas ganas de seguir con los aspectos protocolares correspondientes: saludar al jefe, desearle felicidades. Saludar a los compañeros, desearles felicidades. Cruzarse en el baño con un desconocido que, por su credencia, adivino que trabaja conmigo, desearle felicidades.
Más bien mi ansiedad de salir de la oficina se transmitía al mundo como si mi cabeza fuera transparente y mi cerebro transmitiera con subtítulos.
Pero quedan siempre detalles y actividades de último momento.
En mi caso, cumplo aniversario de empleada de la empresa. Y es obligación regida por el procedimiento que comprende las reglas de ceremonial y protocolo internas que el empleador le entregue un reconocimiento al empleado.
Originalmente la idea de este presente era un reconocimiento personal, que el empleado sintiera por un breve momento de su vida corporativa que son sus aptitudes las que lo hacen permanecer y pertenecer, o pertenecer a los que permanecen. De cualquier modo, el regalo ahora es un PIN.
A esta altura ya debería saberlo pero, qué esperan que haga con el PIN? ¿Lo llevo a mi casa para que se rían de mí sin escrúpulos ni defensores? ¿Lo guardo en un cajón de mi escritorio? ¿Lo muestro orgullosa en el cuello de la camisa, arruinando así la ropa que me compré siguiendo las recomendaciones de vestimenta en ámbito profesional?
No es poca cosa elegir donde dejar el PIN. Ese PIN representa mi actualidad, y también mi pasado y mi futuro inmediato. ¿El pin me representa? No creo tener la insipidez de ese PIN.
Y con un poco de vergüenza agenda tengo que admitir que hubo quienes presenciaron el momento de la entrega de PIN con miradas de admiración, reconocimiento y también de deseo. Esas personas se parecían al PIN mucho más que yo. ¡Esas son las personas PIN, no yo!
¿Cuántos PINS llegaré a recolectar? ¿Voy a tener que comprar una tela donde pincharlos? Me aterroriza la idea de contar esta misma historia en unos años como "El día que recibí mi primer PIN", mostrándolos todos con orgullo, alineados cronológicamente en una tela color marrón colgada en uno de los cuadrados bloques de mi cubículo.
Por ahora estoy muy feliz por no sentirme PIN. Por haberlo recibido con humor y haberlo dejado encerrado y solo en el segundo cajón de mi escritorio. A oscuras y a escondidas.
FELIZ AÑO NUEVO... Espero el 2011 con ansias!!!!!

3 comentarios:

  1. El momento quedó retratado para siempre en una hermosa foto... podés imprimirla y pegarla en la tela marrón junto al pin.

    ResponderEliminar
  2. Es escandaloso que además queden pruebas fotográficas! Ya el momento es lo suficientemente humillante como para que además uno se preocupe por la posteridad de la indignación.

    ResponderEliminar
  3. Orguyosa debería estar....pssss

    ResponderEliminar