Con enorme satisfacción les dejo este post enviado por uno de nuestros monos seguidores que, a pesar de ser uno más del fondo del pozo, todavía tiene entusiasmo!

Aterrizamos en Londres a las 7 am. Tomamos un taxi al Hyatt. Somos dos, un hombre vestido con ropa casual y un mamarracho en joguineta con su pasaporte todavía colgado del cuello. Como era de esperar, las habitaciones aun no estaban listas, por lo que fuimos al bar del hotel a tomar un café. Esto último fue simplemente una forma de decir, ya que bastante distancia hay entre un inocente cortado y el huevo frito con puré de ajo que se tragó frente a mi cara de asco a la velocidad de la luz. Ahí fue donde nos encontramos con nuestros pares franceses, que quedaron impactados por la presentación que escucharon de mí “She works in my team, in the sales department”. ¿She? Probablemente hayan pensado que de noche era un travesti, o sino al menos una señora muy fea con voz gruesa, porque durante los siguientes días pude notar cómo me observaban asombrados cada vez que los cruzaba.
Los días se sucedían uno a uno tal como había sido planeado, y tal como había sido en los 5 años anteriores que asistí a esa reunión. Las mismas filminas desgastadas, las mismas palabras y frases que yo ya recitaba de memoria. Los mismos aplausos de compromiso y las risas forzadas como sacadas de una sitcom. Pero esta vez algo cambió. Alguien se tomó muy en serio eso de generar nuevas ideas, y de un papelito sacado de la urna de las “ideas extremadamente alocadas” se leyó “podríamos mudar las oficinas de telemarketing de todo el mundo a la India y así ahorrar el 75% de lo que hoy pagamos en sueldos”. En ese momento hubo todo tipo de reacciones. Algunos pensaron que eso significaba que serían trasladados a la India, otros se quedaron bloqueados tratando de recordar en qué continente está ubicada esa “ciudad”, y unos pocos sintieron terror de perder sus trabajos. El resultado fue un murmullo general que terminó abruptamente cuando el presidente de la empresa anunció que le parecía una idea estupenda y que ya mismo contratarían a un grupo de asesores externos para que la desarrollaran en su máximo potencial. Quién sabe, tal vez también podrían trasladarse otras áreas de la empresa, lo cual significaría un enorme progreso en el área de eficiencias. Debíamos estar orgullosos, éramos un equipo magnífico (lrecordemos: joguineta comiendo pan con huevo frito) a la hora de generar ideas que le representan ahorros millonarios a la empresa.

Al día siguiente volvimos al aeropuerto para regresar a nuestro país. “¿Qué llevás en los bolsillos? Se te va a romper el pantalón” le dije. “Barritas de cereal. Quién sabe, tal vez sean las últimas barritas gratis que coma en mi vida”.
Gracias nuevamente a nuestro colaborador... buen trabajo! Pasá por RRHH a buscar tu estrella plateada.
Aplaudo las colaboraciones de nuevos monos!
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