lunes, 5 de septiembre de 2011

Ediciones de bolsillo


      Si hay que elegir un  momento en el que sirven los manuales de procedimiento, yo diría que es para arrancar los lunes. Si no fuera porque todo está absolutamente digitado creo que no sabría por dónde empezar. De esta forma podría anticipar mi lunes el domingo, si quisiera, cosa que no quiero. De cualquier forma, creo que podría anticipar hoy mi próximo lunes, o el próximo o el primer lunes de noviembre. Lo único que va a cambiar es la cantidad de merchandising en mi escritorio.
Mientras espero a que encienda la computadora corro a buscar un café, antes que la masa humana llegue a apropiarse del diminuto espacio común. Mi primer email es un aviso de cumpleaños de alguien que, claro está. No conozco. El segundo es un pedido de información sobre un tema que definitivamente no me incumbe. Respondo de inmediato: “Estimado, asumo que este mensaje es para otro destinatario, por favor reenviar”. Tercer email, Spam, igual que el cuarto y el quinto. El sexto es para solicitar incluir las direcciones anteriores en el listado de Spam. Acepto. Séptimo y  último, email personal. Lo leo y elimino de inmediato, estoy utilizando los recursos de la compañía.
El día pasa desapercibido, como se sabía iba a pasar. El procedimiento lo decía y no hubo cambios ni revisiones en los últimos 40 mil años!
Ya pasó el medio día, ahora hay que hacer uso de los beneficios para empleados y participar de la actividad grupal que se está llevando a cabo en la sala de reuniones: encuentro de reflexión y relajación. Como no entiendo muy bien qué es, me asomo por uno de los costados de la puerta y veo mucha gente sentada en el piso y descalza. Me doy cuenta que es una payasada absoluta, doy media vuelta y desaparezco. ¿Me habrán visto? Sí, me vieron, definitivamente, pero puedo acusar más tarde que es un lunes “fuera de lo común” y no pude participar por la reunión telefónica con el contacto global del departamento en cuestión. Por su puesto, quien sea que me pregunte no va a tener idea de qué hablo pero nadie va a animarse a preguntar. Cierra por todos lados.
Empiezo a revisar con furia si por casualidad no se traspapeló una página en el manual de procedimientos que indique qué hacer cuando se está al borde de estallar. Pero al no encontrar nada simplemente no estallo, me quedo releyendo un poco. Veo que en caso de una emergencia médica tengo que dar aviso de inmediato a mi jefe. Debería tenerlo en cuenta, voy a tener que hacer una copia de esto y pegarla a mi credencial de obra social, así pueden llamarlo si termino alguna vez en el hospital. También releo algunas líneas con recomendaciones insólitas para casos ridículos ¿Quién escribió todo esto? ¿Cómo se le habrá ocurrido? ¿No aplicó para esta persona la política en contra de la utilización de "sustancias"? Creo que yo podría escribir un manual de procedimientos, lo llamaría Piloto Automático y 
tendría en la portada esta foto:



3 comentarios:

  1. Qué bueno que lo leo domingo a la noche, ya sé qué tengo que hacer mañana!

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  2. Ojalá no haya sido tan horrible como el mio... estuve a punto de renunciar a las 11 de la mañana, otra vez a las 12:42, de nuevo a las 14:28 y finalmente cuando me desidí mi jefe se había ido a la casa.

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